Integridad, Derechos Humanos y la agenda de sustentabilidad empresaria

Artículo publicado en Gerencia Ambiental

 

Por María José Alzari, Asesor Senior en Compliance y “Empresa y Derechos Humanos”. Área Legal & Compliance – CEADS

 

 

Confianza y agenda de sustentabilidad 

 

A comienzos del mes de Abril de 2018 se presentó el informe anual Perspectivas Económicas de América Latina, el cual es una producción conjunta entre la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), CAF Banco de Desarrollo de América Latina y el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en cooperación con la Comisión Europea por primera vez este año.

El Informe indica que “tres de cada cuatro ciudadanos de América Latina tienen poca o ninguna confianza en sus gobiernos. Y alrededor de un 80% creen que la corrupción está extendida en las instituciones públicas. Estas cifras se han deteriorado desde niveles del 55% y 67% en 2010, respectivamente. La desconfianza ciudadana crece y está llevando a una desconexión entre sociedad e instituciones públicas, poniendo así en riesgo la cohesión social y debilitando el contrato social”.1

Este panorama de desconfianza no sólo se evidencia respecto de las instituciones públicas. Así lo demuestra el Edelman Trust
Barometer de 2017, cuya tendencia continúa en 2018. En 2017 se identificó una profunda crisis de confianza a nivel mundial, donde las instituciones claves- empresas, gobiernos, ONGs y medios de prensa – evidenciaron una importante caída en los niveles de credibilidad global, un fenómeno nunca antes evidenciado.2

Es este el contexto en el cual hoy las empresas desarrollan sus actividades. La empresa es claramente evidenciada como un
actor con características especiales, y son justamente estas características las que hacen que hoy la empresa se encuentre
en una posición “especial” para contribuir a alcanzar esa visión compartida de sustentabilidad global y también local.

La agenda de desarrollo global se encuentra definida, básicamente, por tres procesos esencialmente relacionado entre sí.
Ellos son los Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS), la agenda climática (Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático) y
la agenda sobre Empresa y Derechos Humanos.

Estas tres iniciativas que definen la agenda de sustentabilidad actual están imbuidas transversalmente por un accionar transparente por parte de la empresa. Un accionar que no sólo tenga formalmente definidos compromisos sino que efectivamente trabaje en la mejora continua para hacer efectivos esos compromisos y muestre de qué manera lo hace.

 

También supone una gran oportunidad de contar con marcos y procesos claros para poder comunicar su contribución con la
agenda de sustentabilidad y generar así ventajas competitivas y fortalecimiento de sus capacidades internas y de relacionamiento con los diferentes grupos de interés; intensificando acciones que hacen al fortalecimiento de la confianza hacia la empresa.

 

Otra gran oportunidad será la capacidad de las empresas de relacionar e integrar sus acciones bajo un paragua más amplio, de
forma tal de no duplicar acciones y poder evidenciar efectivo compromiso.

 

Empresa y Derechos Humanos

 

Una iniciativa integradora de agendas es, sin duda, la de “Empresa y Derechos Humanos”. Los Principios Rectores de
Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos «Proteger, Respetar y Remediar», publicados en 2011, se basan en el reconocimiento del papel de las empresas como órganos especializados de la sociedad que desempeñan especiales funciones, que tienen capacidades específicas y que más allá del cumplimiento de todas las leyes aplicables, deben accionar positivamente ante su obligación de respetar los Derechos Humanos.

 

El WBCSD (World Business Council for Sustainable Development – Consejo Empresario Mundial para el Desarrollo Sostenible) en su publicación “Llevar a escala la acción en Derechos Humanos” plantea con claridad el desafío para el sector empresario que los principios implican, al plantear: “Ahora lo que la comunidad empresaria quiere saber es qué significa tal responsabilidad en la práctica –es decir, en geografías, industrias y contextos particulares–, y cómo puede cumplir con ella en su operatoria cotidiana de la manera más eficaz posible”.3

 

Estos Principios Rectores poseen una dinámica especial, que se introduce en el centro mismo de la estrategia empresaria de gestión de la sustentabilidad. En especial, atento a que – en un aspecto importante – supone una gestión continua de riesgos
empresarios en materia de Derechos Humanos.

 

Los Principios Rectores afirman el principio de responsabilidad por parte de las empresas de respetar los Derechos Humanos,
enfocándose principalmente en la forma en que las empresas deben poner en práctica esa responsabilidad; esto es, a través de
la realización de la “debida diligencia” respecto de los Derechos Humanos que sus operaciones pueden afectar, ya sea en forma directa, indirecta o a través de su cadena de valor.

 

La “debida diligencia” supone la realización de un análisis de riesgo sistemático y continuo, acerca de los impactos reales o potenciales que las actividades de la empresa, de sus operarios u operaciones pueden tener con relación a los Derechos Humanos, incluyendo actividades de su cadena de suministro, clientes, contratistas, etc. Supone asimismo que, ante la evidencia o riesgo de ocasionar impactos adversos, deberán tomarse las medidas necesarias para hacer cesar ese impacto, incluso realizando acciones de remediación.

 

Cuando se empieza a pensar en las derivaciones prácticas de esta debida diligencia y su accionar posterior, no todo es tan fácil
como parece. Supone extras y nuevos esfuerzos, tanto dentro de una organización como puertas afuera, y el involucramiento de todas las áreas y todos los procesos de una empresa, incluyendo las acciones de comunicación, la capacitación de los miembros de la empresa y la revisión de los sistemas de gestión y estándares de performance, así como muchos otros aspectos a ser considerados.

 

Cada vez encontramos más iniciativas que requieren gestión de aspectos sociales y ambientales, con la consecuente transparencia en la información que la empresa comunica. El eje se focaliza, justamente, en transparentar procesos de gestión interna, comunicando aspectos referidos a temas ambientales, sociales, de derechos humanos, de relaciones con la comunidad; todo ello con una especial mirada en la cadena de valor. Europa lidera esta tendencia.

 

Hoy eje de numerosas regulaciones internas, la Directiva de la Unión Europea sobre Reportes No Financieros (Directiva  2014/95/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, del 22 de octubre de 2014), en vigencia desde mediados de 2017, requiere
que las empresas tanto públicas como privadas, que cuenten con un promedio de más de 500 empleados, publiquen una declaración anual sobre cuestiones ambientales y sociales, sobre aspectos relativos a sus empleados, acciones relacionadas al respeto de los Derechos Humanos y la lucha contra la corrupción y los sobornos.

 

Por su parte, la Ley Inglesa sobre Esclavitud Moderna (Modern Slavery Act) de 2015 exige informar anualmente sobre las medidas que hayan adoptado para garantizar que no existe la esclavitud o la trata de personas en las cadenas de suministro de las empresas alcanzadas por la norma. La regulación establece que las empresas deben contar con una declaración pública contra la esclavitud moderna que indique políticas y códigos de ética para combatir la esclavitud, que designe un responsable, que promueva acuerdos con sus proveedores para establecer criterios mínimos, que incluya auditorías de la cadena e implemente una estrategia de sensibilización y entrenamiento. Iniciativa de similar contenido está siendo definida en Australia.

 

Tampoco se debe dejar de comentar la Ley Francesa de Deber de Vigilancia (French Duty of Vigilance Law) que establece que las empresas de origen francés o localizadas en Francia, con más de cinco mil empleados dentro de la compañía y sus subsidiarias directas e indirectas deben establecer e implementar un “plan efectivo de vigilancia”. El plan incluirá las medidas de vigilancia razonables para permitir la identificación de riesgos y la prevención de violaciones graves de los derechos humanos y las libertades fundamentales, lesiones corporales graves, daños al ambiente o riesgos para la salud derivados directa  indirectamente de las operaciones de la empresa y de las empresas que controla, así como de las operaciones de los
subcontratistas o proveedores.

 

Estas iniciativas tienen un impacto doble. Por un lado marcan tendencia y, al mismo tiempo, empiezan a tener una aplicación directa en las empresas locales ya sea en su carácter de subsidiaras de algunas de las empresas europeas alcanzadas por las normas o como parte de la cadena de valor de estas empresas.

 

En ellas evidenciamos requerimientos de comportamientos con aspectos comunes: gestionar e informar riesgos y acciones preventivas frente a aspectos no financieros, como ser el respeto de los derechos humanos, derechos laborales, cuestiones ambientales y compromiso contra la corrupción.

 

Integridad como política

 

Mucho se habla sobre ética y Transparencia. Comportamientos éticos, íntegros. En general, entendemos que se hace referencia
a ese accionar que entendemos “correcto”. La “ética” es una disciplina filosófica que estudia el bien y el mal, como también sus relaciones con la moral y el comportamiento humano. Hace referencia a lo bueno y lo malo de nuestra conducta
diaria.

 

Podemos decir que la integridad, como principio ético, está vinculado con la valoración de la honestidad, el respeto y la transparencia en las interacciones personales y profesionales.

 

A nivel empresario, “las estrategias de integridad pueden variar entre ellas, pero todas intentan definir los valores, las aspiraciones, los modos de pensar y de comportamiento de la compañía. La idea detrás de estas estrategias es la de prevenir problemas éticos apalancándose en el impulso natural del ser humano hacia el pensamiento y la acción moral”.4

 

Es la gestión diaria, la forma en la que las acciones de una empresa e llevan adelante, las que definirán su accionar como “ético”, como “integro”. Muchas veces la línea divisoria entre lo que está “bien” o “mal” no va a ser clara, no va a estar definida por una ley o no va a ser evidente para todos. Es en esos casos donde la clave es poner foco en la gestión previa, en el análisis de riesgos, su identificación y gestión con enfoque preventivo.

 

Se considera que “los Programas de Integridad consisten en el conjunto de acciones, mecanismos y procedimientos internos de
promoción de la integridad, supervisión y control, orientados a prevenir, detectar y corregir irregularidades y actos ilícitos comprendidos en la ley”. 5 Un análisis desde el punto de vista del cumplimiento normativo, que no es poco pero nos preguntamos si es suficiente.

 

En Argentina, a fines de 2017 se promulgó la Ley 27.401 que establece el régimen de responsabilidad penal aplicable a las personas jurídicas privadas. Esta ley, uno de los requisitos de la OCDE para evidenciar fortalecimiento institucional, penaliza a las empresas por actos de corrupción en el cual una parte es un ente público.

 

Uno de los aspectos a destacar, que hace a la gestión empresaria,es que la ley otorga ciertos beneficios a las empresas que implementen, en forma efectiva, un Programa de Integridad. Aspecto que supone una gran oportunidad para fortalecer la
estrategia de sustentabilidad de la empresa.

 

Es la misma ley la que nos va a definir algunos de los criterios para establecer el referido Programa y poder evaluar su efectividad. Haciendo una gran simplificación identificamos tres grandes ejes:

 

a) Política expresa que refleje el compromiso de la empresa de prevenir hechos de corrupción.

b) Análisis de riesgos y procedimientos específicos para prevenir ilícitos en las relaciones de la empresa con el sector público.

c) Capacitación en todos los niveles, incluso en la cadena de valor, de la empresa. Un buen programa de integridad cumple principalmente un rol preventivo y, por ende, debería evitar o reducir la posibilidad de comisión de delitos en el seno de la empresa. Algunos elementos que también podemos reconocer a efectos de implementar una política de integridad efectiva son los referidos a análisis de riesgos periódicos, a procesos de debida diligencia, a la implementación de mecanismos de denuncias y procesos de remediación, al efectivo acompañamiento de la cadena de valor y a la evaluación continua de las acciones establecidas.

 

Ahora bien, no podemos dejar de puntualizar que “La ética en los Negocios no se limita a no pagar sobornos. Estos son sólo una parte del “paquete”, una de las más importantes y dañinas. Practicar la ética en los Negocios incluye defender el medio ambiente, actuar en forma justa, proteger la salud, ser confiable, respetar la dignidad de los demás, ser transparente y, por supuesto, cumplir con todas las obligaciones legales: impositivas, laborales, de libre competencia, etc. En definitiva, la ética se ve reflejada en todas las decisiones corporativas”.6 Entonces ese enfoque de cumplimiento de la ley, de la regulación local, no es suficiente. Este enfoque de integridad en la gestión hace que el cumplimento de las normas o “compliance” se amplíe a otros ámbitos como el respeto de los derechos humanos, los compromisos asumidos voluntariamente por la empresa en sus políticas y programas y en muchos de los aspectos y cuestiones respecto de los cuales la sociedad espera una respuesta, un accionar por parte de la empresa, es decir las expectativas. Esto hace al fortalecimiento de la confianza en el rol de la
empresa.

 

Confianza y Transparencia: Programas de Integridad, Derechos Humanos y la agenda de sustentabilidad empresaria

 

Habiendo realizado un pantallazo acerca de diferentes iniciativas que hacen hoy a la gestión empresaria, podemos identificar
varios puntos comunes a todas ellas. Por ejemplo:

 

º definición de políticas /compromiso
º involucramiento de la alta dirección
º análisis de riesgos
º procesos de debida diligencia para identificar y prevenir
vulneraciones
º procedimientos de denuncias y de remediación
º evaluación periódica de las acciones definidas
º acompañamiento de la cadena de valor
º capacitación y sensibilización

 

Todos requisitos comunes a una implementación de una efectiva estrategia empresaria. Estrategia que, con foco
en un accionar transparente, genere y fortalezca la confianza entre sus diferentes grupos de interés.

 

Es el momento de aprovechar la oportunidad para repensar la gestión diaria, enfocada en fortalecer el rol de la empresa definiendo acciones que lleven a definir y estrechar lazos de confianza. Es solo en ámbitos confiables donde las empresas van a poder desarrollar su negocio.

 

Son muchas las acciones que hoy realizan las empresas. ¿Por qué no integrarlas bajo una mirada de transparencia?

 

Es el momento de revisar, definir, complementar, fortalecer y adecuar las diferentes políticas y compromisos, integrándolos
de manera inteligente, coordinada, potenciando fortalezas de forma tal que la gestión de la empresa se sustente en un claro eje de coherencia entre el decir y el hacer.

 

Difícil y complejo, sin dudas. Sin embargo esta nueva visión también trae oportunidades. En ese sentido, cuando la gestión
se realiza en forma integrada y basada en un consiente y continuo análisis de riesgo se genera de inmediato una disminución
en los impactos negativos de la empresa. Puede asimismo resultar una oportunidad para coordinar diferentes sistemas de gestión que la empresa tenga implementados. También representa un desafío para repensar procesos y procedimientos que traerán aparejadas nuevas oportunidades.

 

De esta forma las políticas y los procesos se integran, se fortalecen las acciones que la empresa realiza, se robustece la
coherencia interna de estas políticas y se contribuye – de forma orgánica y organizada – tanto a dar cumplimiento con
requerimientos legales como a responder a los desafíos que la agenda de sustentabilidad hoy plantea y que la sociedad
hoy demanda.

 

No estamos ante la posibilidad de un simple lavado de cara, de una mera publicación de compromiso. Estamos hablando
de gestión, de gestión diaria, de cambios de actitud, de una nueva forma de ver la tarea que cada persona realiza dentro
de una empresa, de involucramiento. Estamos hablando de generar y estrechar lazos de confianza con diferentes actores
sociales, confianza que será indispensable para que la empresa transite el desafiante camino de realizar su actividad
a la vez que contribuye al desarrollo y al fortalecimiento de sociedades inclusivas y resilientes.

 

1https://www.cepal.org/es/comunicados/recuperar-la-confianzaciudadanos-instituciones-publicas-es-fundamental-retomar-senda
2 Ver: https://www.edelman.com/trust-barometer
3 “Llevar a escala la acción en Derechos Humanos – Hacer operativos los
Principios Rectores de la ONU sobre Empresa y Derechos Humanos” –
WBCSD – Traducción al español CEADS -Copyright © WBCSD, noviembre de
2014 – ISBN: 978-2-940521-23-4
4 “ética en los Negocios y Programas de ética. Una Introducción Práctica”
IAE-N111-02500-SP 978-950-893-739-1.
5 “Ley de Responsabilidad Penal Empresaria y Programas de Integridad o
Compliance”. P.Eugenio Aramburu. http://abogados.com.ar/ley-deresponsabilidad-penal-empresaria-y
-programas-de-integridad-ocompliance/20761
6 “ética en los Negocios y Programas de ét

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